La época de suelta está directamente relacionada con el éxito de la repoblación. Diversos estudios han puesto de manifiesto este punto, y la explicación es muy lógica: hay que tratar de liberar los conejos en un momento del año en el que puedan disponer de alimento de calidad y agua, para comenzar a reproducirse en un plazo lo más breve posible para que la población comience a aumentar.
Y pensando en la llegada a la península de un buen número de especies de rapaces migradoras en primavera, resulta lógico pensar que si los conejos están ya adaptados a las zonas de liberación, la depredación será menor que si se liberan en primavera o verano cuando milanos (Milvus sp) o águilas calzadas (Hieraaetus pennatus), por citar sólo dos especies, estén ya en sus áreas de cría.
Se consigue así un doble objetivo: la población comienza a crecer rápidamente y se minimiza el impacto de la predación sobre la población inicial.
Los trabajos de que disponemos muestran que la mejor época para liberar los conejos es justamente antes del inicio de la estación reproductora, aproximadamente en el mes de octubre-noviembre.