El conejo es un r-estratega, con altas tasas reproductivas para compensar la mortalidad por depredación y/o enfermedades; es una especie considerada por diversos autores como un “reproductor oportunista” que aprovecha eficazmente los períodos de mayor disponibilidad trófica.
Esta situación cambió con la llegada de las enfermedades víricas en el siglo XX: la mixomatosis y la enfermedad hemorrágica (ampliamente descritas en sus apartados correspondientes de este documento); la primera tuvo eventos de mortandad masiva de más del 90% según diversos autores.